Intervención en Todo Es Mentira (Cuatro, 28 abril 2021) sobre el ultraderechista que envió una navaja a la ministra de industria, Reyes Maroto. Sobre enfermedades mentales, odios y fanatismos.
Todo Es Mentira – Cuatro – 29 abril 2021
Blog personal de divulgació
Intervención en Todo Es Mentira (Cuatro, 28 abril 2021) sobre el ultraderechista que envió una navaja a la ministra de industria, Reyes Maroto. Sobre enfermedades mentales, odios y fanatismos.
Todo Es Mentira – Cuatro – 29 abril 2021
El magistrat Joaquim Bosch i el periodista Miquel Ramos han alertat sobre l’actuació de la justícia davant les amenaces i accions violentes de grups d’ultradreta.
Informatiu A Punt, 26 abril 2021
Artículo de opinión en el New York Times sobre la amenaza violenta de la extrema derecha, la pasividad y banalización desde las instituciones, y la complicidad de algunos políticos y medios de comunicación.
Por Miquel Ramos – The New York Times, 28 abril 2021
Es periodista español especializado en extrema derecha. Coordinó el informe “De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español” de la Fundación Rosa Luxemburgo.
VALENCIA, España — Faltan pocos días para las elecciones autonómicas en Madrid, y el debate político ha dado un giro inesperado. “Tu mujer, tus padres y tú estáis sentenciados a la pena capital”, advertía una carta anónima, acompañada de cuatro proyectiles de un fusil usado durante décadas por el ejército español, enviada al Ministerio del Interior a nombre de Pablo Iglesias, el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, recibieron cartas amenazantes también. Tres días después, era la ministra de Industria, María Reyes Maroto, la destinataria de otra misiva, en esta ocasión acompañada de una navaja. Y al día siguiente, dos nuevos sobres con balas fueron interceptados. Uno dirigido otra vez contra Gámez, y el otro, a Isabel Díaz Ayuso, la candidata del Partido Popular y actual presidenta de la Comunidad de Madrid. Hoy se ha revelado un nuevo mensaje de amenaza, que incluía dos balas, esta vez contra el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
El clima de crispación de estos últimos años, con la normalización de la extrema derecha en el debate público, ha llevado una peligrosa deriva de inquietantes consecuencias. Desde su entrada en las instituciones por primera vez desde los años ochenta, la extrema derecha se ha dedicado a deslegitimar al gobierno, a marcar la agenda con su discurso de odio —que las cartas parecen replicar— y a difundir constantemente noticias falsas o información engañosa. El reflejo del expresidente de Estados Unidos Donald Trump en la política española ha sido constante, y aunque el magnate haya dejado la Casa Blanca, el estilo, que le dio fuerza a la extrema derecha en su país, empieza a instaurarse con fuerza en España a través de Vox.
Sin embargo, ni con las balas y las navajas encima de la mesa, la cordura se impuso en el debate político de estos días. La condena casi unánime a las amenazas no ha estado exenta de matices. La derecha no estuvo a la altura y llegó a menospreciar estas amenazas. Menos aún la ultraderecha, al principio negándose a condenarlas, después haciéndolo tímidamente mientras sugería un posible montaje, como hizo Santiago Abascal, líder de Vox.
El envío de la navaja a Reyes Maroto fue obra de un hombre ya identificado, que padece una enfermedad mental y que se ha declarado seguidor de Vox, aunque no tiene relación con este partido. Esta persona ya había enviado mensajes a otros destinatarios, como a la agencia de verificación maldita.es, manifestando su ideología. A pesar del menosprecio de esta amenaza y del intento de algunos políticos de derechas y medios afines de despolitizarla basándose en los problemas mentales del autor de la carta, la condena debe ser un imperativo unánime y sin peros, para políticos y ciudadanos, de izquierdas y de derechas, que crean de verdad en la democracia.
Sería ingenuo pensar que la amenaza totalitaria terminó con la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. No solo por el aceptado revisionismo histórico en torno a la dictadura o la frecuente deslegitimación de los resultados de las urnas cuando gana la izquierda, algo que ya ocurrió cuando ganó las elecciones Rodríguez Zapatero en 2004, sino por la peligrosa banalización que lo acompaña, considerando los discursos de odio opiniones respetables en democracia. Pero más inquietante resulta aún que, el mismo gobierno que ahora recibe las balas, no se haya tomado esto suficientemente en serio.
El gobierno de Pedro Sánchez podría haber mostrado más firmezacuando ha sido advertido de la infiltración ultraderechista en las Fuerzas Armadas de España. No solo ante el manifiesto firmado por casi un millar de militares exaltando a Franco y contra su exhumación del Valle de los Caídos en 2019. También contra los militares retirados que pedían en un chat un golpe de Estado y fusilar a 26 millones de españoles, o contra aquellos en activo que realizaban el saludo nazi en los cuarteles mientras cantaban himnos fascistas. O investigar a profundidad la reciente denunciapública de militares sobre la posible presencia de una célula neonazi en el ejército.
Organismos internacionales como las Naciones Unidas y agencias de seguridad de diversos países vienen alertando sobre el terrorismo de extrema derecha a nivel internacional. La sucesión de preocupantes ataques racistas, la infiltración neonazi en ejércitos europeos así como el asalto al Capitolio de Estados Unidos tras la victoria de Joe Biden, han puesto el foco sobre esta creciente amenaza para la seguridad. También el auge de los partidos de extrema derecha en Europa desde hace unos años ha impulsado consensos entre el resto de las formaciones partidistas en países como Alemania y Francia para aislarlos y establecer lo que se conoce como cordones sanitarios, evitando así pactar con ellos o permitirles acceder a las instituciones, algo que no ha sucedido todavía en España.
La amenaza de la ultraderecha en España viene de lejos, y va más allá de los exabruptos de militares y de las cartas amenazantes. En 2015 se juzgó a un grupo neonazi entre los que había varios militares, y que poseía un gran arsenal de armas. Fueron absueltostras considerarse ilegales las escuchas que permitieron su arresto antes de que cometieran algún crimen. Tres años después, a los pocos meses del primer gobierno de Sánchez, la policía arrestó a un hombre que tenía armas de fuego y advirtió en un chat su intención de asesinar al presidente. La Audiencia Nacional rechazójuzgar ambos casos como terrorismo.
Estos y otros ejemplos han sido recogidos en un extenso informe, que tuve la oportunidad de coordinar, recién publicado por la Fundación Rosa Luxemburgo, organización a favor de la democracia. El reporte analiza el recorrido de la derecha radical en España y explica su evolución desde el despegue a principios de este siglo del ala neocón del PP, que había sido la casa común de todas las derechas, hasta la irrupción de Vox en 2018. Desde entonces, la extrema derecha no ha parado de crecer y de instaurar su agenda. Además, la batalla cultural que ha emprendido este espectro político a lo largo del planeta, cuestionando derechos humanos y tratando de romper los consensos democráticos que los protegen, está dando sus frutos; en buena medida han conseguido normalizar el discurso de odio que sirve como excusa para quienes hoy envían balas.
España afronta una encrucijada sin precedentes tras las reiteradas amenazas de muerte a varios políticos. Las elecciones de Madrid, que a menudo son un termómetro para la política nacional, permitirán diagnosticar cómo los políticos, periodistas y la sociedad civil reaccionan ante esta peligrosa deriva. Aunque han condenado las cartas, el PP y Ciudadanos no pueden seguir banalizando las amenazas ni normalizando a la extrema derecha, con la justificación de que la necesita para gobernar.
El país, que demasiadas veces se tropieza sin querer con los fantasmas de su pasado, está a tiempo de enfrentar la tentación totalitaria con madurez democrática y firmeza, demostrando que la democracia, esta vez, si que es capaz de vencer al odio.
Miquel Ramos (@Miquel_R) es periodista y colabora en el diario La Marea y en Radio Televisión Española (RTVE). Es coautor del proyecto crimenesdeodio.info y realizó la investigación “La extrema derecha española ante la crisis económica” en la Universidad de Valencia.
El manifiesto, publicado en una revista de ultraderecha, amenaza veladamente con un golpe de Estado. El número de firmantes, a pesar del anuncio de sanciones, ha crecido de forma exponencial en los últimos días.
Miquel Ramos – La Marea – 28 abril 2021
El ruido de sables no suena solo en España. Mientras aquí varios militares retirados pedían el pasado mes de diciembre fusilar a medio país, en Francia un grupo formado mayoritariamente por veteranos de las Fuerzas Armadas también ha hecho públicas sus demandas a un año de las elecciones presidenciales. En una carta publicada recientemente en una revista de extrema derecha, alertan sobre el peligro islamista y señalan a los migrantes y a los pobres como generadores de un caos y una inseguridad que, según ellos, podrían provocar una guerra civil en el país.
El pasado 21 de abril, la revista de extrema derecha Valeurs Actuelles, publicó un manifiesto firmado por casi un millar de militares franceses, que alertaban sobre el peligro de una guerra civil si no se intervenía urgentemente en los barrios periféricos para defender la civilización contra “las hordas de los suburbios”. El manifiesto, que incluye una serie de exigencias al presidente de la República, Emmanuel Macron, asegura que existe una “creciente violencia, día tras día”, relacionada con una supuesta islamización del país.
Las “hordas” a las que hace referencia el texto señalan a los habitantes de los barrios humildes franceses, conocidos como banlieues, y habitados por personas de origen migrante, constantemente señaladas y estigmatizadas por la extrema derecha.
“Se acabó el tiempo de las vacilaciones. De lo contrario, mañana la guerra civil pondrá fin a este caos creciente, y las muertes, de las que usted será responsable, se contarán por miles”, dice la carta apelando a Macron. En el texto, que describe una “Francia en peligro”, los firmantes denuncian la “desintegración” que golpea a la “patria”, a través de “un cierto antirracismo” que, según ellos, tiene un objetivo: “Crear en nuestro suelo un malestar, incluso un odio entre comunidades”. Señalando al “islamismo y a las hordas de la banlieue”, llaman a los líderes franceses a “encontrar el coraje necesario para erradicar estos peligros” aplicando “sin debilidad las leyes que ya existen”. “Como nosotros, una gran mayoría de nuestros conciudadanos están abrumados por las ambigüedades y los silencios culpables” de los dirigentes políticos, señala el manifiesto.
La reacción oficial a esta carta se produjo por medio del general François Lecointre, jefe del Estado Mayor de la Defensa. Lecointre anunció sanciones para los generales y para los soldados en activo que firmaron el manifiesto. “Estos generales pasarán por un consejo superior militar. Al término de este procedimiento, será el presidente de la República el que firme un decreto de expulsión”, precisó el jefe de los ejércitos franceses en Le Parisien.
La líder del partido ultraderechista Rassemblement National, Marine Le Pen,dijo recientemente compartir la preocupación de estos militares, y los animó a sumarse al partido para las próximas elecciones presidenciales de 2022. Al menos tres de los 20 exgenerales que firman el manifiesto, entre otros altos mandos, han sido candidatos de su partido en elecciones locales.
Otro de los firmantes, Christian Piquemal, es un fiel seguidor de la teoría conspiranoica del “Gran Reemplazo”, popularizada por el escritor Renaud Camus y seguida por numerosos grupos y simpatizantes de extrema derecha. Esta teoría sugiere que existe un complot para reemplazar a la población europea por población migrante y someterla al islam. Se trata de una actualización de las viejas teorías antisemitas de Los protocolos de los sabios de Sión, y otras menos conocidas, esta vez con los musulmanes sustituyendo a los judíos como artífices del malvado plan. Piquemal, de 80 años y excomandante de la Legión Extranjera, perdió sus privilegios como oficial retirado tras ser arrestado por participar en una manifestación contra el islam en 2016.
También en Francia las Fuerzas Armadas y la policía han tenido, históricamente, cierta simpatía por la extrema derecha, un aspecto sobre el que ya alertó el periódico Libération el año pasado. El diario ofrecía porcentajes que rondan el 50% de apoyo de estos funcionarios a la extrema derecha, siendo la candidatura de Le Pen la más valorada en conjunto.
Florence Parly, ministra de Defensa francesa, dijo que el manifiesto publicado en Valeurs Actuelles era una politización “irresponsable” del ejército, mientras que la ministra de Industria, Agnès Pannier-Runacher, condenó “sin reservas a este puñado de generales que piden un levantamiento”. Parly apeló en su cuenta de Twitter a la misma Marine Le Pen: “Nótese que Marine Le Pen juega con una confusión que le conviene: la columna irresponsable publicada en Valeurs Actuelles está firmada únicamente por soldados retirados, ya sin ninguna función en nuestros ejércitos y que solo se representan a sí mismos”.
Posteriormente se supo que no todos los firmantes eran militares retirados. Dieciocho de ellos (incluidos cuatro oficiales) están en activo. Todos recibirán “sanciones disciplinarias”, explicó el general Lecointre, y serán “más duras cuanto más alta sea su graduación”. A su juicio, a una responsabilidad más alta le corresponde también “una obligación de neutralidad y de ejemplaridad más fuerte”.
A pesar de las amenazas de sanción, el fenómeno está creciendo como una bola de nieve entre los militares franceses. Cada día se suman nuevas firmas al manifiesto, que empezó con unas mil y cuyo número se ha multiplicado por ocho en las últimas horas. Un antiguo eurodiputado del Frente Nacional, Florian Philippot, animaba desde su cuenta de Twitter a que otros militares firmaran la carta con el objeto de salvaguardar “la Francia eterna”.
“Todo esto es preocupante porque en Francia se lleva años banalizando el discurso de la extrema derecha y dándole voz en todas las cadenas. Se está creando un clima de opinión en el que están dictando la agenda”, apunta María Santos-Sainz, doctora en Ciencias de la Información y profesora titular de Periodismo en el Institut de Journalisme Bordeaux Aquitaine (Universidad Bordeaux Montaigne).
“Con las elecciones generales tan próximas [2022], el clima de opinión está tomando un carácter muy preocupante. Hay una alta posibilidad de que Marine Le Pen pueda llegar a la presidencia. Es un caldo de cultivo preocupante, cómo personajes como Eric Zemmour y otros voceros de la extrema derecha son invitados a los platós, convirtiendo los debates en un espectáculo. Estamos creando un ambiente muy tóxico que puede dar resultados inquietantes”, añade Santos-Sainz.
Francia ha endurecido la legislación después de diversos ataques con sello islamista, el último de ellos contra el profesor Samuel Paty, que provocó una ola de indignación y motivó diversas declaraciones sobre nuevas medidas contra el llamado “separatismo islamista”. Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, entre otras, así como colectivos de personas migrantes, musulmanas, de izquierdas, e incluso varios diputados corsos, criticaron los discursos del presidente y las medidas anunciadas, advirtiendo que estas podrían ir más allá y usarse contra otros colectivos.
“Las tesis islamófobas han ganado muchísimo terreno. A pesar del problema que ha tenido Francia con el terrorismo, se ha creado un clima de opinión muy alarmante. Hasta el punto de que el gobierno de Macron ha acabado haciendo una caza de brujas que ha llegado incluso a la universidad, contra profesores acusados de ‘islamoizquierdistas’, por tener posiciones críticas con determinados discursos y alertar sobre la islamofobia”, afirma Santos-Sainz.
Los ataques de tinte islamófobo se incrementaron en un 53% el pasado año, según el Observatorio Nacional de la Islamofobia. Los franceses que profesan la religión musulmana, muchos de ellos procedentes de las antiguas colonias, representan actualmente cerca del 6% de la población francesa.
El putsch sugerido por estos militares, “recuerda al intento de golpe de Estado contra De Gaulle en 1958, protagonizado por militares reaccionarios que tuvieron un papel importante en la guerra de Argelia”, apunta la profesora. Aquella guerra por la independencia, que se desarrolló entre 1954 y 1962, costó más de millón y medio de vidas argelinas. “Volvemos a la noción de cruzada frente al islam y las hordas de la periferia”, asegura Santos-Sainz.
Actualización 11.45h (29/04/2021)