Entrevista en Pandemia Digital sobre el informe ‘De los neocon a los neonazis: la derecha radical en el Estado español’.

Julián Macías entrevista a Miquel Ramos, Amelia Lobo, Nora Rodríguez y Proyecto UNA sobre el informe editado por la Fundación Rosa Luxemburgo.

La Audiencia Nacional juzgará al autor de un tuit por presuntas injurias a la Corona

Albert Baiges publicó el tuit durante el discurso del rey Felipe VI tras la declaración del primer estado de alarma. Entonces contaba con 168 seguidores. Su abogado afirma que estaría bien conocer cuántos recursos se han usado para poner en marcha esta acusación.

Miquel Ramos y Dani Domínguez – La Marea – 31 de enero 2022

Albert Baiges es de Montbrió del Camp (Tarragona), un pueblo de unos 3.000 habitantes situado en el centro-sur de la comarca del Baix Camp. Tiene 37 años y trabaja como técnico de calidad en la industria química y agroalimentaria. El 18 de marzo de 2020, a las 21:00h, el rey Felipe VI comenzaba su discurso dirigido a la ciudadanía tras el inicio del primer estado de alarma en el país con motivo de la pandemia de la COVID-19. Un movimiento antimonárquico aprovechaba ese momento para pedir en redes sociales salir a la ventana o al balcón y hacer sonar una cacerola para mostrar así su repulsa a la corona.

A las 21:05h, el perfil de Twitter de @AlbertMambri publicaba el siguiente mensaje: «En serio. Tallem-li el coll a aquest fill de puta, estem tardant. #CoronaCiao” [En serio. Cortémosle el cuello a este hijo de puta, estamos tardando. #CoronaCiao]. Un tuit que ahora va a llevar a su autor hasta la Audiencia Nacional para enfrentarse a un juicio por un presunto delito de injurias a la Corona. En la actualidad, el mensaje sigue publicado y cuenta con 1 retuit y 9 me gustas.

Según el escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, el tuitero Albert Baiges habría vulnerado los artículos 491.1 y 490.3 del Código Penal, los cuales se refieren a las “calumnias e injurias” a los miembros de la monarquía. Ante esto, solicita imponer una pena de 4 meses de multa con una cuota diaria de 6€, además de la inhabilitación del derecho de sufragio pasivo durante la condena y el pago de las costas procesales.

En marzo, Baiges se enfrentará a un juicio en la Audiencia Nacional acusado del mencionado delito. Tal y como explica su abogado, Carles Perdiguero, la estrategia de la defensa consistirá en demostrar que el comentario en Twitter se ampara bajo la libertad de expresión: “La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dice que una crítica puede ser mordaz, pero que no es un delito. Por eso vamos a plantear la batalla jurídica en estos términos, porque entendemos que esto no tiene ningún sentido”.

Operación Krona

El inicio del caso se remonta a una operación de la Brigada Provincial de Información de Barcelona bajo el nombre de Operación Krona, cuyo atestado se remite el 2 de abril de 2020. En él se recoge que un inspector y una agente de Policía, dentro de las funciones asignadas a la Brigada Provincial de Información, detectaron el mencionado tuit “de carácter intimidatorio donde supuestamente se amenazaría a S.M., el Rey D. Felipe VI de España”. Los agentes infieren que la publicación tendría como destinatario al jefe del Estado debido a las “circunstancias coetáneas” de la publicación “así como el hashtag o etiqueta que se utiliza”, es decir, #Coronaciao, “un hilo donde se recogen miles de publicaciones que muestran su rechazo a la Corona”.

En ese momento, según se recoge en el propio documento, el perfil de @AlbertMambri en la red social Twitter contaba con 168 seguidores. El atestado hace un barrido de otros tuits publicados por el propio Baiges e incluso sus retuits “que pudieran tener relación directa o indirecta con el presunto delito contra la Corona”. Se destaca, por ejemplo, que el mismo 18 de marzo, retuiteó “la iniciativa del Partido Político Cup Països Catalans […] con la que se animaba a la  población a una “cacerolada”” durante el discurso de Felipe de Borbón. El documento recoge otros tuits de meses anteriores donde el imputado muestra su rechazo a la institución monárquica.

“Misma animadversión, muestra hacia el estado de España en general como puede apreciarse” en otras publicaciones, explica el escrito. El ejemplo expuesto es un tuit con la palabra “Ever” [Siempre] en respuesta a otro en el que se puede leer “Fuck #Spain” [Jódete #España]. También se recogen ejemplos en los que “muestra su rechazo” a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado junto con la Policía Autonómica”.

Estos comentarios recogidos en el informe, según el abogado Carles Perdiguero, “dan buena cuenta de la poca sustancia que tiene todo esto”: “Es absurdo decir que citar un comentario sobre España pueda tener un efecto agravatorio. No tienen ningún sentido”.

Isabel Elbal, abogada especializada en Derecho penal que ha llevado algunos casos como los de los raperos César Strawberry o Josep Valtònyc, sostiene que “de nuevo, vemos una vulneración del derecho fundamental de la libertad de expresión”. Elbal cree que el tuit por el que se va a juzgar a Baiges “no es una amenaza, porque de lo que habla es de cortar la cabeza a la monarquía, a la institución. El hashtag #CoronaCiao lo demuestra. Es alegórico, es un símil, yes libertad de expresión pura y dura”.

La letrada cree que el caso “merece atención y es preocupante” porque se vuelve a poner de manifiesto que España tiene un código penal “obsoleto y anacrónico en el que tiene una posición reforzada quien no tiene que tenerla, que es el rey”: “A una de las instituciones más importante del Estado se le deben poder realizar críticas y deberá poder soportarlas, incluidas las más ácidas, las más lacerantes y las más duras”.

Delito de “enaltecimiento o justificación de terrorismo”

La investigación llevada a cabo por los agentes de la Policía entre los tuits publicados por Albert Baiges también les hizo toparse con algunos hechos que “podrían constituir un delito de enaltecimiento o justificación del terrorismo”. En concreto, se refieren a dos retuits; uno de ellos al perfil de Euskal Memoria “dedicado principalmente a recordar a los fallecidos vinculados con la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA)”; y otro al perfil de Arran L’Hospitalet “en recuerdo de otro militante fallecido de la organización terrorista ETA”, en concreto de José Miguel Beñaran Ordeñana, conocido como Argala, implicado en el atentado contra Luis Carrero Blanco y asesinado por la organización terrorista de ultraderecha Batallón Vasco Español.

Según explica Perdiguero, estos hechos finalmente decayeron de la acusación, por lo que no serán juzgados por la Audiencia Nacional. “Estaría bien que pudiésemos conocer cuántos recursos se han utilizado para poner en marcha una operación en redes sociales que lo único que ha podido encontrar ha sido un tuit como el que se va a juzgar”, termina.

“Primero aluciné porque estábamos en los inicios de la pandemia, todo el mundo en casa encerrado y a mí se me citaba a declarar dependencias policiales ‘por un tema de su interés’. Enseguida até cabos y me puse en contacto con el abogado”, explica Baiges. Según afirma, “en ningún momento” le notificaron el motivo de la citación: “No tenía ni número de procedimiento ni nada. Era un papel con una  frase y mi DNI. Sospecho que, si llego a ir, me quedo allí. Me tenían ganas. Siempre he sido militante de base, vinculado a movimientos sociales y a la Izquierda Independentista y supongo que vieron una oportunidad (a su parecer) de darme un escarmiento. Porque no tiene ni pies ni cabeza esto”.

Defender Europa de los nuevos fascistas

Madrid acogió este fin de semana la anunciada reunión de los principales líderes de la extrema derecha europea. Vox, a pesar de ser el anfitrión, no le dio excesiva publicidad a priori, pero cuando las cámaras enfocaban más a Orbán, Le Pen y a Morawieki que a Abascal, el partido ultraderechista empezó a asomar el hocico y a buscar su sitio en la foto. La situación no era nada cómoda con el conflicto de Ucrania de fondo, ya que las posturas al respecto de los invitados eran bastante diferentes, incluso opuestas en cuanto a las simpatías o antipatías por Rusia. De hecho, Vox todavía no ha manifestado una posición clara al respecto, debido a las dos almas que cohabitan en la formación: los que vienen del neonazismo y el falangismo, cercanos a posiciones más euroasianistas, y los atlantistas con estrechos lazos con los EE.UU e Israel. Aún así, hay denominadores comunes mucho más importantes que salvan este pequeño detalle que hoy, con el conflicto geopolítico de fondo, han amortiguado como han podido.

La reunión ha sido noticia en todos los medios, también internacionales, que han mostrado la determinación de la extrema derecha por seguir dando pasos para desbancar a los populares del trono de la hegemonía derechista. La editorial de ABC del domingo, que consideraba que estas formaciones defendían ‘una serie de valores absolutamente legítimos, y en buena parte asumibles por un sector de Europa’, alertaba, sin embargo, de las peligrosas compañías. No por los valores que defienden –‘no se trata de discutir esos valores’ decían-, sino de ‘cuestionar el frente internacional con que Santiago Abascal se presenta en Europa’, señalando a Hungría y a Polonia, a quienes tilda de autoritarios por el ’desafío normativo’ a la UE por el que han sido sancionados.

El lema de la reunión era Defender Europa, un título nada ajeno al imaginario ultraderechista. Defend Europe es la marca que vienen usando los neonazis de todo el continente, popularizada a través de unas camisetas con dicho lema y una metralleta. También es el nombre del barco que fletó la organización neofascista francesa Generation Identitaire para entorpecer la labor de los barcos de rescate y las barcas de personas migrantes en el mediterráneo durante la guerra en Siria y Libia. Esta organización fue ilegalizada recientemente por el Gobierno francés, y durante años se la señaló como un auténtico vivero neonazi, con lazos con el partido de Le Pen, como bien retrató un excelente documental con cámara oculta de Al Jazeera titulado Generation Hate. Defender Europa no es más que un dog whistle (un silbato para perros) para las hordas de filonazis y fascistas europeos que nutren los partidos de dicha reunión de militantes, simpatizantes y fuerzas de choque en las calles.

Aunque exista cierta o aparente distancia entre los movimientos sociales neofascistas o los grupúsculos neonazis y estas formaciones, estas son conscientes de la oportunidad que les brinda la presencia de estos partidos en la arena política y en el debate público. Los lemas que durante años llevan abanderando estos grupos marginales son hoy ‘una opinión respetable más’ que ocupa preciados minutos en prime time. Lo admiten ellos mismos, que aborrecen el sionismo y el neoliberalismo de Vox y de gran parte de sus homólogos europeos, pero aplauden cada vez que estos ponen en la diana a las personas migrantes, a las feministas, a los rojos y a la dictadura progre (que también llaman ‘marxismo cultural’). Que Vox allane el camino está bien, ya que, aunque después no les voten, algunos jóvenes ya vendrán impregnados con los prejuicios y odios que estos partidos y sus voceros y propagandistas promueven día tras día.



Thank you for watching
Precisamente esta semana se celebraba el aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, el 27 de enero de 1945 por parte de las tropas soviéticas. En el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, varias instituciones públicas realizaron diversos homenajes, entre ellas, a los más de 9.000 españoles que pasaron por allí con el beneplácito de Franco. En Madrid, la presidenta Díaz Ayuso aprovechaba la ocasión para cargar contra rojos (como los que liberaron Auschwitz) y ‘enemigos de Israel’, en otra asombrosa pirueta a la que ya nos tiene acostumbrada la derecha de este país cada vez que se habla de nazis y fascistas. Ni una palabra de los españoles que perecieron allí. Eso si, nos recordó que los comunistas (como los que vencieron a Hitler) y los nacionalistas (ella no es nacionalista, recuerden, los españoles no son nacionalistas) son tan malos como los fascistas y los que ‘ponen bombas’ en Israel. Así, del tirón. Ya puestos, dicho homenaje podría haberse celebrado en la calle dedicada a los españoles que combatieron al servicio de Hitler y el III Reich, en la calle de la División Azul que el Ayuntamiento de Madrid mantiene junto a otras calles de homenaje a franquistas. Para rizar el rizo, ya puestos.
También esta misma semana, la Policía Nacional arrestaba a siete ultraderechistas en varias ciudades del Estado español. Tenían armas, munición, manuales para la fabricación de explosivos y todo tipo de propaganda y parafernalia nazi y fascista. Estaban dispuestos, según la nota de la policía, a subvertir el orden constitucional, y se les relaciona con el ataque a un local LGTBI en Alcoi. Sin embargo, lejos de celebrar el trabajo de sus compañeros, una asociación policial con miles de seguidores en redes sociales menospreciaba públicamente esta operación y la labor de sus compañeros, despreciando la amenaza violenta de la extrema derecha y, en una nueva retorcida pirueta, señalar a la izquierda:
“En un país con el terrorismo callejero dominado por la extrema izquierda y la violencia esta desatada en los barrios, se montan esta película de propaganda para unos artículos de colección, un revólver de fogueo y una escopeta de perdigones.”
Lamentablemente no sorprende la desfachatez con la que algunos supuestos servidores públicos muestran semejante desprecio a la labor de sus compañeros y esta tremenda banalización del fascismo, incluso cuando este está armado. No les debe preocupar demasiado que algunos funcionarios almuercen cada día en el bar fascista de Usera bajo retratos de Franco y banderas de Falange, ni quienes celebran en sus chats cuando le revientan un ojo a un antifascista con una bala de goma en una manifestación. Son compañeros. Pero la operación policial y la difusión en la red por parte de la cuenta oficial de la Policía es algo raro e incluso atenta contra el prestigio del Cuerpo:
“El Gabinete de Comunicación y el DAO de la Policía Nacional van a acabar con el prestigio de la institución. (…) Mientras, miles de agentes que se la juegan en la calle tienen que poner la cara frente a los ciudadanos. La cuenta policial de Twitter con más seguidores del mundo, tiene más tweets citado que retuits. Pronto les explicaremos muchas cosas.”
Ninguno de los siete neonazis que almacenaban armas y manuales de explosivos ha sido acusado de terrorismo. No fue así en el caso de numerosos activistas de izquierdas que han ido a parar directamente a prisión preventiva o han sido acusados de terrorismo sin que se les encontrase ni una sola arma.
Los nuevos fascistas llaman a defender Europa justo cuando las principales agencias de inteligencia de varios países llevan ya años alertando sobre la creciente amenaza para la seguridad que supone el terrorismo y la violencia de extrema derecha. Esta que se nutre del ideario de esos partidos que llaman a Defender Europa, mientras algunos de los policías españoles se rasgan las vestiduras cuando sus compañeros reivindican la detención de neonazis armados. No deben andar muy al tanto de que en Alemania se desarticuló recientemente una unidad militar entera por sus vínculos con la extrema derecha, ni que en Reino Unido, EE.UU y otros países, se vigila muy de cerca a los agentes y militares con conexiones con la extrema derecha. Quizás sí que lo saben, pero se sienten muy seguros en España, donde los sucesivos ministros del Interior no tienen ninguna intención de desinfectar el cuerpo de fascistas. De la misma manera que Europa es incapaz o no tiene ninguna voluntad de desinfectarse a ella misma del nuevo fascismo, este que el fin de semana en Madrid nos recordó que van a por todas y que están aquí para quedarse. Setenta y siete años después de la liberación de Auschwitz, toca defender Europa de los nuevos fascistas.

El polvorín neonazi en Ucrania

“La proliferación de la ideología nacionalista blanca en las fuerzas militares y de seguridad de Ucrania, entrenadas y apoyadas por Occidente, es un tema poco estudiado”, afirmaba esta semana desde Washington el periodista de investigación Oleksiy Kuzmenko. La revista norteamericana Newsweek, nada sospechosa de simpatizar con Rusia, dedicaba estos días un amplio reportaje en el que ahondaba en lo que Kuzmenko alertaba y los peligros que suponía para la propia seguridad de los EEUU: “Un año después del asalto al Capitolio, la guerra de Ucrania atrae a la extrema derecha de EEUU a luchar contra Rusia y entrenar para la violencia en casa“, se titulaba el reportaje firmado por Tom O’Connor y Naveed Jamali.

Más allá de los análisis geopolíticos que tratan de explicar la escalada de tensión entre Rusia y Occidente en la frontera ucraniana, quienes venimos estudiando a la extrema derecha hace años, seguimos de cerca los sucesos que se desarrollan en este escenario. Huyendo del maniqueísmo y tratando de poner el foco en nuestro objeto de estudio, hemos alertado sobre el polvorín que se está gestando en Ucrania, cuyos análisis habituales sobre el conflicto a menudo obvian o pasan de puntillas.

Ya lo alertó hasta la BBC en 2014 durante las protestas del Maidan, cuando el periodista británico Gabriel Gatehouse entrevistó a varios neonazis que estaban en primera línea de combate contra las fuerzas de seguridad ucranianas, antes de que se consumara el golpe, y cómo, posteriormente, el nuevo gobierno apoyado por Occidente reforzó sus lazos con varios de estos grupos de extrema derecha.

“Desde la revuelta de Maidan de 2014, el gobierno, el ejército y las fuerzas de seguridad han institucionalizado en sus filas antiguas milicias y batallones de voluntarios vinculados a la ideología neonazi”, declaraba recientemente Kuzmenko a Newsweek, citando como ejemplo el Destacamento de Operaciones Especiales Azov, que fue establecido por el Ministerio del Interior de Ucrania en 2014, y transferido posteriormente a la Guardia Nacional.

Ocho años después, mientras los enfrentamientos en la región del Donbass no han cesado, y a las puertas de un posible enfrentamiento entre Rusia y Ucrania con la OTAN de por medio, no todos los norteamericanos expertos en geopolítica han cerrado filas con su gobierno. Menos aún cuando la amenaza de la violencia y el terrorismo de la extrema derecha es considerada ya la principal amenaza interna del país.
No son pocos los grupos y activistas neonazis europeos y norteamericanos (también españoles) que han visitado Ucrania estos últimos años para hacer contactos o recibir entrenamiento paramilitar. Algunos incluso participaron en la guerra del Donbass, insertados mayormente en el bando ucraniano, aunque en las filas contrarias también se detectó algún que otro neonazi o ultraderechista, sobre todo de origen ruso. Dentro de la extrema derecha también existe un sector más cercano a las tesis euroasianistas de Aleksandr Dugin, o que creen que la alianza con Rusia sería mejor que con los nacionalistas ucranianos, que tienen detrás a la OTAN y a los gobiernos de sus propios países. Aunque este sector es minoritario, no se puede obviar que existe.
De hecho, el propio Dugin ha sido invitado por neofascistas españoles a dar charlas en nuestro país en más de una ocasión. En el informe que publicó recientemente la Fundación Rosa Luxemburgo sobre la derecha radical en el Estado español, se dedicaba un capítulo a analizar los contactos de los neofascistas españoles con sus homólogos ucranianos y rusos. Intentar enmarcar este conflicto en el eje izquierda-derecha, no solo es complicado, sino a veces imposible.
Más allá de las responsabilidades del gobierno ucraniano por haber institucionalizado a las milicias ultraderechistas, no podemos obviar que tanto la UE como la OTAN no solo lo saben, sino que han participado activamente de su formación. Kuzmenko ya alertó en 2018 que la Academia Europea de Seguridad (ESA), una empresa con sede en la UE que ofrece programas de capacitación avanzada para profesionales de la seguridad, las fuerzas del orden y militares, había entrenado a miembros de Azov y a activistas neonazis vinculados a ataques o acoso a romaníes ucranianos, personas LGBT y activistas de derechos humanos, como Tradición y Orden, El Cuerpo Nacional y La Milicia Nacional.
Hace justo un año, una investigación de la televisión pública catalana desvelabala presencia en Catalunya de un grupo con sede en Rusia conectado con el mundo de las artes marciales mixtas (MMA) sólo para personas blancas y organizaciones paramilitares establecidas en Ucrania: el Programa de Entrenamiento Padre Navidad (PPDM en sus siglas en ruso). Como vemos, los ecos del Este hace tiempo que llegan a nuestro país, aunque poca gente le preste la atención que debería tener.
Recientemente, en septiembre de 2021, el Institute for European, Russian and Eurasian Studies (IERES) de la George Washington University, publicaba un informe titulado Grupo de extrema derecha hizo su hogar en el principal centro de entrenamiento militar occidental de Ucrania en el que se demostraba cómo la Academia Nacional del Ejército, la principal institución de educación militar de Ucrania y un importante centro para la asistencia militar occidental al país, ha sido el hogar de Centuria, una autodenominada orden de Oficiales militares “tradicionalistas europeos” que tienen los objetivos declarados de remodelar las fuerzas armadas del país según líneas ideológicas de derecha y defender la “identidad cultural y étnica” de los pueblos europeos contra los “políticos y burócratas de Bruselas”.
No se debe obviar la impunidad y las complicidades de los grupos ultraderechistas en este conflicto, pues su repercusión, tal y como alertan ya expertos en terrorismo,  incluso desde los propios Estados Unidos, acabará algún día por salpicarnos más allá del conflicto entre la OTAN y Ucrania con Rusia. Los neonazis que hoy ven allí una oportunidad para entrenarse y actuar podrán hacerlo algún día en nuestros respectivos países, como ya lo han hecho los yihadistas que han participado en las guerras de Siria o Irak. “Si no se controla, puede afectar a otros países al proporcionar un espacio y permitir el crecimiento de conexiones con personas y grupos de ideas afines. (…) Los servicios de seguridad occidentales deberían tomarse muy en serio a la extrema derecha en este momento, por ejemplo, en relación con la posible infiltración de dichos elementos en ellos”, alertan también Alex MacKenzie y Christian Kaurnet desde el Departamento de Políticas de la Universidad de Liverpool y el Centro Internacional de Vigilancia y Seguridad, de la Universidad de South Wales, respectivamente.
Esto no se trata ya de posicionarse con uno u otro bando en este conflicto, sino de procurar por nuestra propia seguridad y nuestras propias amenazas internas, sobre todo cuando el terrorismo de extrema derecha no se ha tomado nunca en serio en España. Los avisos no son pocos, y la relación de nuestros neonazis con los grupos paramilitares ucranianos son sobradamente conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los servicios de inteligencia. Ya en 2017, el periodista Joan Cantarero publicó una noticia en Público sobre el ofrecimiento de un grupo de paramilitares ultraderechistas ucranianos para defender la unidad de España ante el auge del independentismo y el referéndum del 1 de octubre.
Las guerras no son nunca la mejor opción, y hay que abogar siempre por otras vías de resolución de conflictos. Este conflicto, como todos, tiene numerosas lecturas, pero a quienes nos dedicamos a estudiar a la extrema derecha, este escenario nos obliga a advertir de lo que está sucediendo más allá de los despachos y de los movimientos de tropas a uno y otro lado de aquella no tan lejana frontera.

Miquel Ramos – Público – 24/01/2022