Radiografía del odio en España (y por qué cuesta tanto tipificar este delito)

El racismo es la causa más común de estos ataques de los que sólo se conoce la punta del iceberg. Falta que las víctimas denuncien, y sobre todo falta más formación en los funcionarios públicos.

Por Marina Velasco 25/09/2021

En poco tiempo, España ha sido testigo de una campaña electoral en la que se ha puesto en el punto de mira a los menores migrantes, del asesinato de un hombre al grito de “no quiero moros”, del asesinato de otro joven al grito de “maricón”, de una manifestación de neonazis lanzando proclamas homófobas y xenófobas en el barrio gay por antonomasia, de un goteo continuo e insoportable de agresiones racistas y LGTBIfóbicas. Y luego están los ataques que no se ven.

Las guías del Ministerio del Interior recogen la definición de delito de odio como “toda infracción penal [en la que la víctima es] seleccionada debido a su conexión, relación, afiliación, apoyo o pertenencia real o supuesta a un grupo que pueda estar basado en la ‘raza’, origen nacional o étnico, el idioma, el color, la religión, la edad, la minusvalía física o mental, la orientación sexual u otros factores similares”. 

Pero curiosamente, el concepto ‘delito de odio’ no aparece mencionado como tal en el Código Penal español, que para hablar de ello se refiere en su artículo 510 a “los delitos cometidos con ocasión del ejercicio de los derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizados por la Constitución”. “Para un titular, es fantástico”, bromea Susana Gisbert, fiscal delegada contra los Delitos de odio y discriminación en Valencia. 

“En formación sobre delitos de odio, estamos como estábamos en violencia de género hace diez años”- Susana Gisbert, fiscal especializada

Lo enrevesado del lenguaje jurídico es una buena metáfora de cómo se tratan en ocasiones los delitos de odio en España, que todavía está algo verde en su detección, interpretación y control. “Estamos como estábamos en violencia de género hace diez años”, compara Gisbert, especializada también en violencia machista. “Se está haciendo un trabajo, pero aún queda mucho”, reconoce esta fiscal.

La sección en la que trabaja Gisbert no existía hasta hace relativamente poco. Barcelona fue pionera al crear en 2009 un servicio específico contra Delitos de odio y discriminación dentro de su Fiscalía, y cuatro años más tarde se extendió a toda España. Ahora, todas las provincias cuentan con un fiscal especializado en este ámbito, que se persona en una causa cuando esta puede constituir delito de odio, e intenta “dar un castigo al culpable y una protección y solución a las víctimas”, en palabras de Susana Gisbert.  

En España ya existen también guías y unidades especializadas entre los Colegios de abogados y en algunas comisarías de Policía, pero a veces nacen más como una iniciativa individual, por la sensibilización de alguno de sus miembros, que por un mandato o protocolo concreto. “El problema es que esto tendría que ser la norma, y no algo anecdótico o heroico por parte de un fiscal o un policía”, comenta Miquel Ramos, periodista que investiga desde hace años los discursos de odio y la extrema derecha. 

“Las víctimas de los crímenes de odio son las grandes olvidadas en la historia de la España reciente”- Miquel Ramos, Crímenesdeodio.info

Su trabajo en este campo le lleva a asegurar que “las víctimas de los crímenes de odio son las grandes olvidadas en la historia de la España reciente”. Ramos constata que, mientras que las víctimas del terrorismo están “bien documentadas”, así como las del machismo (en la web feminicidio.net y en el Ministerio de Igualdad, con estadísticas desde 2003), “las del racismo, de la homofobia y de otros delitos de odio no estaban reconocidas en ningún sitio”, explica. Hasta que él tomó la iniciativa.      

103 muertes en los últimos 30 años

En 2014, Miquel Ramos creó, junto con el también periodista David Bou, el proyecto Crímenesdeodio.info, una web que recoge y mapea los asesinatos por odio que se han producido en España entre 1990 y 2020. A falta de un registro oficial, Ramos y Bou han tirado de hemeroteca, de contactos con familiares de las víctimas y con asociaciones especializadas para identificar y tipificar estos casos. En su investigación, recogen la memoria de 103 víctimas mortales en los últimos 30 años.

“Hicimos esto como homenaje y como reivindicación de que existe un problema o, mejor dicho, varios, llamados racismo, homofobia, islamofobia, antisemitismo, antigitanismo…”, enumera el periodista. En una primera versión publicada en 2015, Ramos y Bou recopilaron 88 casos; en 2020, la actualizaron, y la cifra superó el centenar, a la que habría que sumar todavía casos como el de Samuel Luiz, en A Coruña, y Younes Bilal, en Murcia, ambos en 2021. 

Que un crimen aparezca en este registro no significa que en los tribunales se haya considerado como delito de odio. Para empezar, “en los años 90, el delito de odio ni siquiera estaba tipificado como tal”, apunta Ramos. Desde 1995 sí se contempla en el artículo 510 del Código Penal (como delitos contra los derechos y libertades), pero, en opinión de Ramos, todavía se sigue aplicando “de una manera un poco torpe y tarde”.  

Ramos recuerda el caso de un hombre que en 2007 mató a dos homosexuales en Vigo y fue absuelto de ello al entender el jurado que las 58 puñaladas que asestó el agresor fueron en defensa propia, pues pensó que querían violarlo

Racismo y xenofobia, principal causa de delitos

Según el último informe del Ministerio del Interior sobre Delitos de odio en España, en 2020 se registraron 1.401 delitos e incidentes de odio, principalmente expresados a través de amenazas (327), lesiones (263) y daños (114). Del total, un 34% fueron por racismo o xenofobia, un 23% por ideología, y casi un 20% por orientación sexual e identidad de género.  

Atendiendo a los datos de Crímenesdeodio.info, racismo y xenofobia son también la primera causa de asesinatos por odio en España, con 36 víctimas mortales en los últimos 30 años. La lista —tristemente inaugurada en 1992 por el asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez  en Madrid a manos, entre otros, de un guardia civil de ideología neonazi— la cierra la muerte de Paloma Barreto, una mujer migrante transexual acuchillada en 2019 en Avilés.  

Barreto no sólo fue víctima del racismo, sino también de la transfobia, que según el recuento llevado a cabo por Ramos y Bou ha segado la vida de cinco personas en España en las tres últimas décadas. La homofobia ha sido la causa de siete muertes en este mismo tiempo. De este modo, la LGTBIfobia sería el tercer motivo de crímenes de odio en España. El segundo, con 27 muertes, sería la aporofobia. 

Un odio mortal a los pobres

Acuñado por la filósofa española Adela Cortina, el término ‘aporofobia’ se refiere a la aversión y el desprecio al pobre y, en su ‘versión’ como delito de odio se aplica especialmente a las personas sin hogar.

Según un estudio de la organización HOGAR SÍ, el 47% de las personas sin hogar ha sido víctima en algún momento de delitos de odio en España. Los ataques que reciben van desde los insultos y “comportamientos en contra de la dignidad de la persona, como que les orinen encima cuando están durmiendo”, hasta las agresiones físicas o incluso asesinatos, explica Maribel Ramos Vergeles, subdirectora de HOGAR SÍ.

“Todos conocemos el caso de Rosario Endrinal, quemada viva en un cajero, porque fue grabado por las cámaras de seguridad, pero este tipo de asesinatos se producen todos los años”- Maribel Ramos Vergeles, HOGAR SÍ

En la memoria de muchos estará todavía el caso de Rosario Endrinal, una mujer sin hogar quemada viva en un cajero de Barcelona en 2005 por parte de dos jóvenes que, previamente, la habían golpeado y humillado. “Todos conocemos ese caso porque fue grabado por las cámaras de seguridad y nos expuso a una realidad que nadie quiere ver, pero este tipo de asesinatos se producen todos los años”, afirma Ramos Vergeles.

Un estudio del Ministerio de Asuntos Sociales revela que cada 20 días muere una persona sin hogar por violencia física en espacios públicos. Esto puede ser fruto de una reyerta entre indigentes, aclara la subdirectora de HOGAR SÍ, pero también consecuencia de un delito de odio por aporofobia. 

“A lo mejor empieza con una agresión que no pretende asesinar a esa persona, pero esta gente tiene tal nivel de vulnerabilidad que les acaba provocando la muerte”, explica Ramos Vergeles, cuya asociación lucha desde hace 22 años por que nadie tenga que vivir en la calle y ofrece programas de acceso a la vivienda para las personas sin hogar, unas 33.000 en España.  

La infradenuncia, un problema no resuelto

La última actualización del Código Penal, del 5 de junio de 2021, incluye por primera vez la aporofobia y la exclusión social como agravantes de un delito. Maribel Ramos Vergeles lo celebra, pero reconoce que este ajuste jurídico sirve de poco para un colectivo que por regla general no denuncia las agresiones que sufre. 

“Les estamos pidiendo a personas a las que ha fallado el sistema que vuelvan a confiar en el sistema”, resume la subdirectora de HOGAR SÍ. Además, “las personas en situación de sinhogarismo suelen ser percibidas como potenciales agresoras más que como potenciales víctimas”, lamenta. Incluso para las autoridades. “Si los policías no tienen una formación especializada en delitos de odio, y más concretamente en delitos de odio por aporofobia, lo que acaba pasando es que a lo mejor dan por hecho que todo ha sido por una reyerta, o que es un problema de salud mental, o de consumo [de drogas] de la persona sin hogar”, detalla Ramos Vergeles. “Y tampoco es que el sistema judicial sea muy amable con estas personas”, remacha. 

“Les estamos pidiendo a personas a las que ha fallado el sistema que vuelvan a confiar en el sistema”- Maribel Ramos

La fiscal Susana Gisbert es consciente de este problema, que no sólo afecta a las personas sin hogar, sino en general a las víctimas de delitos de odio: se calcula que sólo se denuncian un 10% de estos ataques. “Al ser personas especialmente vulnerables, les cuesta más denunciar”, afirma Gisbert. “Si es un inmigrante, a lo mejor supone que se sepa su situación irregular e incluso que se juegue su expulsión del país; si es una persona homosexual, supone que se conozca su orientación, cuando a lo mejor no quiere; si es un indigente, le resultará dificilísimo acceder al sistema”, ilustra.

Por eso, la tarea de los fiscales especializados en estos delitos es “generar la suficiente confianza” en las víctimas para que denuncien ante las instituciones. La fiscal cuenta, además, que las ONG les ayudan mucho en este sentido, dando apoyo a las víctimas y acompañándolas a denunciar. “Probablemente denunciar no les dé una respuesta, pero no denunciar no les va a dar ninguna”, apunta Gisbert. Según los datos de Interior, de los 1.401 incidentes de odio conocidos en 2020, el 66% (927) fueron esclarecidos, y menos de la mitad —616— acabaron en la detención o investigación de los presuntos agresores. 

Cómo se demuestra que un ataque es un delito de odio

Susana Gisbert reconoce que es difícil demostrar que un hecho constituye un delito de odio, y pone un ejemplo que suele darse en su día a día. “Como fiscal, tienes que probar no sólo que la persona ha proferido una frase [ofensiva], sino que esa frase incita al odio, y ahí hay muchas diferencias de interpretación en los tribunales”, explica. O “en los casos en los que hay agresión [física], hay que demostrar que ese insulto homófobo o racista es el motivo de la agresión, y que no es un simple ‘insultar por insultar’”, abunda la fiscal. De este modo, no se trata sólo de probar los hechos, sino de demostrar que en ese hecho hay un componente de odio y discriminación.

En esa diferencia de interpretación suele estar la clave. Sirva como ejemplo el cartel que desplegó Vox en el Metro de Madrid en abril durante la campaña electoral madrileña, un caso que fue denunciado como posible delito de odio por la Fiscalíaarchivado por una jueza madrileña, recurrido por la Fiscalía y, de nuevo, desestimado y cerrado por la Audiencia Provincial de Madrid el pasado mes de julio.

“Muchas veces nos encontramos con resoluciones judiciales que no estiman nuestro punto de vista”- Susana Gisbert, fiscal especializada en delitos de odio

“Muchas veces nos encontramos con resoluciones judiciales que no estiman nuestro punto de vista”, admite Susana Gisbert. “Y ahí estamos, recurriendo, cambiando un poco el chip, haciendo un poco de artesanía jurídica y abriendo camino, que todavía hay mucho por hacer”, reflexiona.

Delitos que afectan, sobre todo, al “colectivo”

Dentro del Gobierno también son conscientes de este problema en la administración de justicia. “Cuando la justicia penal no reconoce estos delitos [de odio] o no actúa en la forma adecuada, tanto la víctima como la comunidad pueden perder su confianza en la justicia”, alerta un informe de 2016 realizado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. “Estos delitos no sólo afectan al individuo, sino que tienen el potencial de generar conflictos y violencia a una escala más amplia”, advierte ese mismo texto. 

Tal y como explica la Asociación Estadounidense de Psicología(APA), cuando se produce un delito de odio, “el perpetrador envía a los miembros de un determinado grupo el mensaje de que no son bienvenidos, amenazando a todo el colectivo”. Por su propia definición, en un delito de odio la víctima nunca es ‘sólo’ el individuo. 

VENTECENTO: conversación entre Sarah Babiker y Miquel Ramos sobre la Guerra Cultural

Los últimos años se ha puesto sobre la mesa un concepto que va aparejado al auge de la extrema derecha a nivel internacional, la guerra cultural. En este capítulo de nuestro programa Ventecento hemos querido analizar esta idea, su origen y las implicaciones sociales y políticas que tiene actualmente. Para ello hemos contado con la participación de lxs periodistas Sarah Babiker de El Salto Diario y Miquel Ramos, que nos han hablado sobre cómo la actual guerra cultural de la extrema derecha está poniendo en peligro consensos tan universalmente aceptados como las derechos humanos. Quién está detrás de la guerra cultural, el impacto en las y los jóvenes, el papel de los medios de comunicación y las redes sociales o la importancia de fortalecer los movimientos populares como freno a los discursos de odio, son algunos de los temas que hemos abordado en esta entrega. ¡No te lo pierdas!

La policía califica de leve amenazar con un arma a los asistentes de un acto feminista en Castelló

Miquel Ramos – La Marea – 5 de septiembre 2021

Un acto feminista se vio interrumpido la noche del pasado sábado 4 de septiembre por los gritos y las amenazas de un hombre armado con una pistola en la plaza de l’Ereta de Castelló. Tras una jornada reivindicativa organizada por el colectivo feminista Subversives y los antifascistas de La Cosa Nostra en la plaza Isabel la Católica de Castelló, un hombre se presentó en el acto increpando a varios de los presentes.

Según varios testigos consultados por lamarea.com, había estado por los alrededores durante todo el día, haciendo comentarios machistas e increpando a los asistentes, hasta que sobre las diez de la noche, se acercó a la barra y se dirigió a varias mujeres con tono despectivo e insultándolas al grito de “rojas de mierda”. 

Tras llamarle la atención y pedirle que abandonara el lugar, el hombre amenazó con ir a por una pistola. Minutos después, reapareció esgrimiendo el arma apuntando a los presentes. Una portavoz del colectivo feminista Subversives explica que el hombre volvió a la barra, se dirigió a una chica que estaba trabajando y le dijo “a mi no me vaciláis, rojas de mierda” mientras la apuntaba con la pistola a la cabeza

El hombre armado apuntó y se encaró con varias personas más que se encontraban en el lugar. Otro de los presentes que estaba con su compañera, trató de desarmarlo, tal y como se puede observar en el video que varios testigos han hecho llegar lamarea.com. Este testigo se encaró con el agresor con una silla mientras otros de los asistentes trataban de rodearle, sin saber si el arma era real o no. Finalmente, un joven antifascista que participaba en el acto se enfrentó al hombre armado y logró arrebatarle la pistola, momento en el que este emprendió la huida y logró acceder a un edificio cercano. Según este joven, “el arma no era de juguete, sino de balines o de CO2”, asegura a lamarea.com.

Los jóvenes que salieron tras él consiguieron entrar en el portal, e inmediatamente, el hombre salió a recibirles con un bebé en brazos. Una mujer, según los testigos, madre del bebé, empezó a gritar desesperada ante la perplejidad de los presentes. El hombre sujetó el bebé durante varios minutos, usándolo como escudo para evitar ser reducido por el grupo de personas que lo habían seguido. Finalmente, dejó al bebé y volvió a huir, siendo perseguido hasta su domicilio, donde logró refugiarse definitivamente.

La policía local, avisada por los testigos, apareció poco después y fue conducida hasta el edificio donde se había refugiado el agresor. Los testigos entregaron el arma a los agentes y explicaron lo sucedido. Según el periódico Levante-EMVun portavoz de la Policía Local calificó el incidente como “nada grave, una “falsa alarma”. 

En declaraciones a lamarea.com, el mismo portavoz policial asegura que calificó así los hechos tras tener constancia de que el arma no era real y de que no se había producido ningún daño material o humano. “Nosotros, la información que tenemos es que los testigos ven que una persona les amenaza con un arma y en seguida se dan cuenta que es simulada”, asegura el agente, que califica los hechos de “amenazas leves”, por lo que justifica así que no fuese detenido, pero que, en todo caso, será el juez quien califique los hechos. Por su parte, las víctimas de las amenazas no se percataron de que se trataba de un arma simulada hasta que el hombre huyó del lugar tras serle arrebatada la misma, según han explicado a lamarea.com. “La chica a la que apuntó a la cabeza se lanzó al suelo aterrorizada, y nadie se atrevía a acercarse a él. No pensamos en ningún momento que el arma no era de verdad”, asegura un testigo de los hechos a este periódico. 

Según este mismo representante policial, el protagonista del incidente llamó desde su casa a la propia policía para denunciar que había sido perseguido por un grupo de personas tras quejarse por el volumen de la música que sonaba en el acto. Respecto al uso del arma, argumentó que se puso nervioso tras ser increpado por los asistentes al acto y que decidió esgrimirla como respuesta. La policía identificó a esta persona en su domicilio, y asegura que el bebé que sostuvo en brazos antes de dirigirse a su domicilio era su propio hijo, que se encontraba en un edificio cercano. La policía no arrestó a esta persona al considerar que se trataba de un delito leve y que estaba localizado e identificado el autor de los hechos. “La policía local de Castelló ha efectuado unas diligencias de prevención de estas amenazas por si fueran constitutivas algún ilícito penal, se le ha incautado el arma simulada a la espera de si quiere recuperarla esta persona, o en caso de que el juez o el fiscal vea indicios de delito, se le cite para juicio”. 

El concejal de seguridad ciudadana, David Donate, preguntado por este medio, calificó este acto de “muy grave”, y asegura que ha pedido toda la información a la policía para esclarecer los hechos. “Imagina todo lo que se puede ocasionar con un hombre esgrimiendo un arma. Claro que es un hecho muy grave”, asegura. El acto contaba con todos los permisos pertinentes y se estaba realizando con total normalidad y respetando todas las medidas de seguridad pertinentes, según explican fuentes municipales y policiales a la Marea. 

Los colectivos convocantes del acto feminista llevan años activos en el barrio del Raval, realizando actividades durante todo el año y sorteando la presión municipal. El Ayuntamiento ha mantenido, según explican varios militantes de estos colectivos, “una actitud hostil y una persecución constante, a pesar de tener siempre los permisos en regla para celebrar los actos que organizamos”. Sin ir más lejos, este verano se trató de impedir un ciclo de cine feminista gratuito en plena calle, que contaba con todos los permisos y con las medidas de seguridad requeridas para la celebración del evento. 

También la derecha y la ultraderecha han puesto en el punto de mira a estos colectivos por sus constantes campañas de agitación feminista y antifascista. Uno de los miembros de La Cosa Nostra fue detenido en su lugar de trabajo en junio de 2020 acusado de colocar en un árbol un muñeco del líder de Vox, Santiago Abascal. El detenido, que niega los hechos y que asegura que se encontraba en otra ciudad cuando se colgó el muñeco, explicó al periódico La Directa que fue interrogado por varios agentes encapuchados y que el policía que le tomó declaración usaba un bolígrafo con el logotipo de Vox. Se enfrenta a una pena de hasta cinco años de prisión por amenazas graves. Un año antes, el partido ultraderechista denunció también a las feministas de Subversives por una protesta antifascista y por un cartel en el que aparecía su rostro. 

Orban no está solo: activistas y expertos alertan de una ola ultra que pondrá en riesgo los derechos LGTBI

“Todas las conquistas sociales están en riesgo, el problema es creernos que todo está ganado”, señala Miquel Ramos, autor del informe De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español

Sabela Rodríguez – Infolibre 1 de julio 2021

El día en que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, atravesó las puertas de la Asamblea para iniciar su mandato al frente de la región, la líder madrileña de la ultraderecha, Rocío Monasterio, ultimaba su arsenal de exigencias. Los dardos iban dirigidos a objetivos muy concretos, lo que la portavoz parlamentaria calificó como leyes de género. Monasterio recuperaba así los ecos de un viejo fantasma, el de la amenaza a los derechos consolidados del colectivo LGTBI.

La aprobación de la Ley LGTBI este martes en el Consejo de Ministros ha afianzado esta oposición. El Partido Popular no ha descartado un recurso ante el Tribunal Constitucional y Vox ha tildado la norma de “aberración”. No es la primera vez que el partido de Santiago Abascal pone en jaque al colectivo, en ocasiones con la connivencia de sus socios conservadores. El ejemplo más paradigmático está en el veto parental en las escuelas, una herramienta que la formación se esfuerza en imponer de manera recurrente en comunidades como Andalucía, Madrid y Murcia, por el momento con éxito sólo en la tercera.

No hace falta ir muy lejos para encontrar otra andanada de la ultraderecha contra los derechos del colectivo: hace ahora tres años, poco antes de que Vox irrumpiera en las instituciones, el partido emitió un comunicado contra el Orgullo LGTBI. Lo recupera el periodista e investigador Miquel Ramos en su informe De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español. La formación cargaba entonces contra la celebración al considerarla una “imposición ideológica”.

Tanto el propio Miquel Ramos como la periodista Nuria Alabao enmarcan la cruzada del partido ultra como parte de su “batalla cultural”. “Quieren romper esos consensos que creíamos asumidos, los derechos humanos, plantean una enmienda a toda esa normalización”, esgrime Ramos. La extrema derecha considera que “no todos los colectivos tienen derecho a tener derechos” y lo hace además negando la existencia de “desigualdades estructurales”. Lleva el negacionismo por bandera.

Europa y la alianza internacional

La amenaza de la ultraderecha resuena también en el continente europeo. Los frentes son prácticamente idénticos. Hungría acaba de dar luz verde a un proyecto de ley que prohíbe educar en la diversidad bajo el pretexto de combatir el fomento de la pedofilia. Este mismo martes, el grupo municipal de Vox en Madrid rechazó trasladar su apoyo a la ciudadanía húngara tras la aprobación de la normativa y sólo un día después, Santiago Abascal se puso una vez más al lado del líder húngaro: Viktor Orban ha defendido “a los homosexuales frente al comunismo” y en su país “pueden andar tranquilamente por la calle” debido a la ausencia de “inmigración fundamentalista”. En Polonia, el partido ultra en el poder, Ley y Justicia (PiS), ha embestido reiteradamente contra el colectivo: desde el año pasado varias regiones del país han llegado incluso a proclamarse “zonas libres de ideología LGTBI”.

A preguntas de este periódico, la organización ILGA Europe resalta un “estancamiento casi completo de los derechos de las personas LGTBI en toda Europa”, una situación “muy preocupante en un momento tan crítico”. Existe, señalan desde la entidad, un “incremento de la represión, un aumento de las desigualdades socio-económicas y la proliferación de los discursos de odio en toda la región“. Polonia y Hungría, alertan, “no son anomalías”.

La extrema derecha europea no está sólo en las instituciones, sino que se alimenta también de una constelación de organizaciones afines con gran proyección mediática. En España sus nombres están bien definidos: desde Hazte Oír hasta Abogados Cristianos. Los primeros han anunciado ya una “intensa campaña” para impedir que la Ley LGTBI salga adelante. “Existe una internacional reaccionaria y ultraconservadora” que se encarga de “financiar muchas campañas para llevar reivindicaciones al debate público y a la propia ley”, explica Ramos, quien advierte de que “el entramado es tal” que no basta con fijar la mirada en las formaciones políticas y sus representantes.

¿Derechos en riesgo?

Aunque la extrema derecha española se asemeja en sus planteamientos LGTBI a la que se asienta en el Este europeo, Nuria Alabao marca algunas distancias. “La realidad política es distinta. La sociedad húngara, por ejemplo, es mucho más conservadora y es esa base social la que puede apoyar medidas” como el proyecto educativo desplegado por Viktor Orban. Por ese motivo, descarta que se vaya a producir un retroceso real en los derechos ya consolidados en España. “Son conquistas asentadas” y existe un “sentido común mayoritario” que las blinda, estima. Recuerda que hace algo más de quince años, con la aprobación del matrimonio igualitario, sí se produjo una gran respuesta de “movimientos fundamentalistas católicos que se oponían”, pero esos mismos grupos “están hoy muy desmovilizados”, sostiene.

Miquel Ramos difiere. “Todas las conquistas sociales están en riesgo, el problema es creernos que todo está ganado“, arguye. El experto encuentra en la ofensiva húngara y polaca un espejo en el que mirarse. “Lo están consiguiendo en otros países y ya no es sólo la presión de partidos y organizaciones en el poder, sino también la falta de voluntad de quienes hoy en día sí tienen capacidad para blindar estos derechos y no lo están haciendo”.

En la misma línea se posiciona Fefa Vila, socióloga y activista.”Hay una reacción conservadora brutal” con la educación como “campo de batalla”. Y los últimos años han sido un caldo de cultivo hasta dar paso a un “momento de peligro”. El riesgo de que la extrema derecha se imponga es real y sus pasos son a veces sigilosos. “No hay que derogar la ley del matrimonio homosexual para generar homofobia”, razona la socióloga, “las instituciones son capaces de modular lo que es normal y lo que no” sin necesidad de cambiar las leyes. “Ninguna conquista es para siempre ni para todos”, esgrime. Las voces ultra, completa Ramos, son además “muy hábiles a la hora de hacer propaganda” y los medios de comunicación han “promocionado” su discurso, considerando que “es legítimo querer abolir los derechos humanos”.

Pasos hacia atrás

Haber “normalizado” el discurso ultra tiene consecuencias en la vida de las personas. Para Javier Sáez del Álamo, el retroceso en los últimos años es evidente. En parte, dice en conversación con este diario, gracias a que “Ciudadanos y el Partido Popular han introducido a Vox en las instituciones y eso ha permitido normalizar discursos homófobos sin ningún pudor“. Con el paso de los años, estima, se ha caminado, con paso sutil pero firme, hacia un “blanqueamiento de la extrema derecha”. Sus postulados no sólo son “comunes”, sino también, lo que resulta más inquietante, “tolerables”.

Consecuencia: la homofobia comenzaría a estar “legitimada” y las cifras así lo sugieren. En su último informe de 2019, el Ministerio del Interior contabiliza 278 delitos de odio motivados por la orientación sexual y la identidad de género. Entre 2013 y 2015 este tipo de delitos experimentaron un descenso progresivo, pero desde 2016 la tendencia se ha invertido. Una de las últimas agresiones tuvo lugar este mismo fin de semana en A Coruña, a las vísperas del Orgullo.

Entrevista: UNA MICA D’IMPOSSIBLE. Sobre ANTIFASCISMO, Pol Andiñach con Miquel Ramos

Entrevista Cuelli_TV a Miquel Ramos sobre antifascismo y las nuevas estrategias de la extrema derecha. El papel del antifascismo y cómo combatir a la extrema derecha en distintos frentes.

Programa de entrevistas por Pol Andiñach. Cada martes a las 19h.

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